DIVULGACIÓN CIENTÍFICA SOBRE LAS CRISIS EPILÉPTICAS

Dr. N. López. 07/2003

Una crisis epiléptica o crisis comicial es una manifestación clínica paroxística (brusca e inesperada) secundaria a una disfunción cerebral en la que se produce una descarga simultánea y excesiva de muchas neuronas.
Con esta aparición brusca e inesperada se producen muchos otros trastornos, más frecuentes, y que deben diferenciarse de las crisis epilépticas. Algunos ejemplos son los síncopes, los terrores nocturnos, las pseudocrisis o crisis psicógenas, las distonías, los espasmos del sollozo en niños. Ni la mordedura de lengua, ni la pérdida de
conciencia ni la micción durante un episodio paroxístico implican necesariamente su origen epiléptico, aunque en algunos casos puedan sugerirlo.


Son muchas las manifestaciones posibles, y dependerá fundamentalmente de la localización de las neuronas responsables y su propagación o no a otras zonas. Los síntomas más llamativos son los motores (extensión de las extremidades, temblores, sacudidas, etc), pero también pueden ser sensitivos, sensoriales, psíquicos y/o
autonómicos. Las que se inician en una zona concreta del cerebro se denominan focales o parciales. Aquellas con inicio en la totalidad del cerebro se denominan generalizadas, en las que siempre existe una pérdida de conciencia. A veces, una crisis iniciada en un foco concreto difunde al resto del cerebro, son las crisis parciales
secundariamente generalizadas.En ocasiones, el paciente con crisis epilépticas puede referir un síntoma de aviso, muy breve, previo al inicio de la crisis. Es lo que conocemos por aura y su reconocimiento puede ser importante en cuanto que permite que se adopten medidas de seguridad para impedir graves consecuencias si a continuación se desarrolla la crisis.


En muchas ocasiones la crisis aparece en el contexto de trastornos agudos (infecciones, trastornos metabólicos, episodios febriles, medicación, ingesta de tóxicos o drogas, etc). Son las crisis sintomáticas ocasionales, que no tienen porqué reaparecer una vez resuelto el proceso agudo, y que por tanto no se consideran epilepsia.En el caso de la epilepsia, en la que hay una alteración cerebral que de forma reiterada se manifiesta con crisis epilépticas, existe una amplia variedad de lesiones cerebrales que pueden producirla (epilepsias sintomáticas). En muchos otros casos, tras un estudio detallado no se llega a identificar una lesión subyacente.


No. La epilepsia es una enfermedad cerebral crónica, en la que existe una situación patológica que favorece la repetición de crisis epilépticas. Para hablar de epilepsia deben producirse dos o más crisis comiciales.Estadísticamente, tras una primera crisis epiléptica, la persona que la ha sufrido no volverá a tenerla en la mitad de los casos. De esta manera, la actitud común ante una primera crisis sin evidencia de ningún otro trastorno puede ser no tratar, evitando así un tratamiento diario, no exento de efectos secundarios. En caso de una segunda crisis, en la mayoría de las veces se debe iniciar cuanto antes el tratamiento antiepiléptico.

En primer lugar conviene mantener la calma. Hay que evitar que el paciente pueda dañarse con objetos cercanos durante las convulsiones, para lo que despejaremos la zona e intentaremos colocarle algo suave y blando bajo la cabeza, pero nunca debemos agarrarle para mantenerlo quieto ni introducirle nada en la boca. Si es posible
lo colocaremos suavemente de lado para facilitarle la respiración y evitar que aspire su propia saliva. Esté en todo momento junto al paciente y déjelo descansar el tiempo que necesite una vez finalizada la crisis. Es importante conocer el tiempo que ha durado.

 

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